Sergio Téllez-Pon
México, FETA, 2017, 180 pp. (rústica)
ISBN: 9786077453888
Como se declara en una breve nota, La síntesis rara de un siglo loco (FETA, 2017), más que una síntesis, es el resultado de la expansión de una primera versión incluida en México se escribe con jota: una historia de la cultura gay (Planeta, 2010). Se trata de un recopilación sumaria —vale decir recuperación— de la poesía con temática homoerótica (masculina) en la literatura mexicana a lo largo del siglo XX.
El título proviene del último terceto de un soneto, «Andrógino», de Amado Nervo:
Porque sabías mucho y amabas poco
y eras síntesis rara de un siglo loco
y floración malsana de un viejo mundo.
En esas tres líneas podría decirse que ya se vislumbran los contenidos de la antología: cierto eclecticismo, la marginación y los estigmas sociales, y el amor —aunque se esconda en ese porque sabías mucho de la elaboración discursiva de aquellos autores que no pudieron amar(se) libremente—.
En este libro, Sergio Téllez-Pon (ensayista y editor) presenta un recorrido no sólo panorámico, sino también de descubrimientos. Su visión como antologador no peca de centralista: desde los autores consabidos (Nervo o Villaurrutia, por ejemplo) hasta las plumas más nuevas de escritores aún activos. Sea una declaración velada, confesión de los señalamientos presentidos, o una animada declaración amatoria, sola o múltiple, la selección de Pon despliega un coro de voces que enuncia, desde posturas muy diversas, su vivencia de la homofiliación a través de la palabra.
No obstante, ese sentimiento de novedad —haber recibido ese algo concreto que sólo las antologías brindan— está fracturado justo por su naturaleza: es una antología fallida. Hay dos problemas bien claros. El primero es que, como ensayo —pues así aparece rotulado bajo los criterios del FETA—, se echa en falta una mayor exhaustividad que realmente apuntale la conclusión de manera satisfactoria. Si, como se declara en la introducción, «a la manera de Barthes puede decirse que al reunir los fragmentos [los poemas seleccionados] se ha creado un discurso», este discurso se deshace por la falta de una articulación que subsuma el conjunto general.
El autor nunca presenta una elaboración sobre qué es lo que entiende por homoerótico. Tampoco queda claro por qué deja fuera a las relaciones lésbicas —que bien caben en el término— si ya se ha mencionado a sor Juana como punta de lanza en la introducción.
El segundo gran problema del libro está directamente engarzado con esta falta de elaboración conceptual: el cómo se comentan los textos. Sin una clave de lectura —que importa tanto si consideramos al libro como ensayo o como antología— el lector no puede sino dudar sobre la inclusión de ciertos textos. Independientemente de su calidad literaria, hay poemas en los que no es posible hallar una vinculación general con el resto, por más «fisuras» que puedan concederse a todo grupo. Al final, un discurso encarna un corpus que hay que definir, y si no hay fronteras, aun las más libres, entonces la enunciación pierde vigencia por no poder diferenciarse de sus congéneres.
No ayuda el que muchas veces los comentarios (literarios o sociales) se reduzcan a la mera enumeración de los libros publicados por el autor que se revisa al momento. No quiero decir que el esto no valga desde una perspectiva historiográfica, como recuperación de esas voces al margen; no obstante, la falta de un sólido aparato bibliográfico (sumario o no) plantea otra limitante para aquellos que quieran indagar más a fondo.
Haciendo gala de su título, La síntesis rara de un siglo loco es un conjunto disímil de poemas y autores conjurados alrededor de una idea en ciernes y, por ello, difusa:
La poesía con tema homosexual, en México, en lengua española, no es una historia paralela a la de la literatura mexicana; no es, tampoco, un tema menor dentro del panorama de nuestra lírica. Simplemente forma parte de ella, enriquece nuestra literatura y está a la par de sus más altos logros.
Sergio Téllez-Pon
Libros como este importan porque, con fallos o no, contribuyen a llenar el silencio —¿acotarlo, denunciarlo?— al que ha sido sometida esa parte mal-señalada del canon, pero que representa la vida de miles de lectores que se reconocen en sus líneas (y en sus cuerpos); que, como sor Juana, merecen una reivindicación que los dignifique, tanto como manifestación válida de los signos de su tiempo como individuos enteros, más allá de lo queer.