Hace unos meses leía sobre la amistad entre Xavier Villaurrutia, Salvador Novo, y aquellos otros de Contemporáneos cuyo vínculo se forjó gracias al ardor de las lecturas comunes.

A propósito de su revista, Villaurrutia recordaba que, si esta debía tener un rumbo para el viaje de sus lectores, ese no era otro que el de los epígrafes que abrían cada entrega:

Con Salvador Novo dirigí una revista, Ulises, que llevaba este subtítulo: «Revista de curiosidad y crítica». La curiosidad era el veneno y la crítica el antídoto. Y viceversa. No había en aquella revista más doctrina que la que encerraban los epígrafes que hablaban de la aventura, del viaje alrededor del mundo y alrededor de la alcoba, de la curiosidad enemiga del tedio, de Simbad que tiene algo de Ulises. Estos epígrafes eran la expresión de mis deseos y de mis temores.

«Xavier Villaurrutia; entrevista», Escala, núm. 1, octubre de 1930, p. 7.

Esto último me pareció sorprendente, por más que sea un lugar común en la literatura como forma de expresión: el texto como aliento intercambiable entre autor y lector, la manifestación ajena que puede ser usada como emblema propio.

Desde entonces me he estado preguntando cuáles son los epígrafes que guardo. Inclusive, cuáles, aunque no siendo más que retazos, me gustaría hacerlos la bienvenida de una obra todavía no escrita.

Dibujo de Xavier Villaurrutia de una persona leyendo en cama
Dibujo de Villaurrutia aparecido en la Revista de Bellas Artes, núm. 7, 1996.

Mi interés por este discurso hecho de fragmentos se encendió de nuevo cuando, una tarde, usando el page inspector del navegador, el html me reveló un pasaje no menos cuidado que el código de la página: un epígrafe.

Don't worry, spiders,
I keep house
casually.

Kobayashi Issa

Se trataba de una traducción al inglés de un famoso haiku de Issa Kobayashi, que había leído meses atrás y que ahora aparecía en la versión web de la novela Annabel Scheme and the Adventure of the New Golden Gate (2020) del estadounidense Robin Sloan. Evidentemente, el texto no pretende signar los contenidos visibles, sino el esqueleto de etiquetas que conforma el código fuente. De cierta forma, ese epígrafe es como un bug que aguarda ser descubierto.

Este alegre descubrimiento pronto se sumó a la serie de memorias que me han hecho repensar cómo habito la web y cuál es, al final del día, la distancia que la separa de la «realidad». No pensé que un sitio en internet pudiera tener epígrafes, pero ahora me he vuelto un voyeur del código de todos los sitios que visito. Navego la web para encontrar más guías de navegación.

Los hallazgos

He pensado que sería buena idea reunir mis hallazgos. Quizá sea más práctico hurgar en mi historial para saber qué páginas he visitado, pero la diversión que implica todo esfuerzo de curaduría es mayor. Porque, ya saben, «It’s fun to read a good old-fashioned html page, isn’t it?».1 Iré actualizando esta entrada conforme los hallazgos se acumulen.


Del blog de Chase McCoy, lectura recurrente. Cada tanto el autor cambia el epígrafe, estos son los últimos dos:

I know that I am not a category.
I am not a thing —a noun.
I seem to be a verb, an evolutionary process —an integral
function of the universe.

R. Buckminster Fuller
How often have I lain 
beneath rain on a strange roof, 
thinking of home.

William Faulkner
  1. Cita tomada de un comentario en el código de la web de Robin Sloan.