Hace unas semanas, compré mi primera cámara de lentes intercambiables. Se trata de una vieja Sony NEX 5N, un modelo de hará doce años. Llamó mi atención por su tamaño —es una mirrorless poco menos alta que mi teléfono— y su relativa actualidad: emplea la montura E que Sony introdujo en 2010 y que no ha dejado de usar desde entonces —a diferencia de las líneas de Canon, Samsung o Nikon, que fueron descartadas con todo y montura—.
Recién, sin embargo, tuve tiempo para probarla, especialmente donde más quería: con un lente fijo y disparando en raw. Todavía estoy sorprendido con la cantidad de información que se puede recuperar de estos archivos… Quizá porque la compresión JPG nativa de la cámara muestra sus doce años de antigüedad.
Dejando de lado detalles técnicos, estoy muy feliz porque esto significa retomar un pasatiempo que tenía abandonado desde la secundaria; pero también cumplir una tarea moderna: descentralizar aquello que se puede hacer con un smartphone. A continuación, algunas fotos tomadas con el lente kit y el Sigma 30 mm, f/1.4, DC DN (todas con Iso 100).